¿Por qué no todo tiene que ser extraordinario? Hablemos de la belleza de lo simple.
Ser aburrido también es ser valiente.
Siempre he sido una persona muy tranquila. Me gustan los planes caseros; ver una peli, leer un libro, cantar en la sala o comer hamburguesa. Mi vida no está llena de momentos explosivos o caóticos, al contrario, la describiría como la hoja de un árbol que es acariciada por el viento o las olas del mar al amanecer. No soy de las que puede contar sus historias locas en una reunión, soy más de las que se ríe cuando las cuentan. Antes me sentía mal por eso. Creí que había algo mal en mí porque todos a mi alrededor parecían vivir cosas interesantes, mientras que yo simplemente pasaba desapercibida. La primera vez que me llamaron aburrida la recuerdo como si fuera ayer. Estaba con un grupo de personas, entre ellas, un chico que sacó un cigarrillo y me ofreció. Le dije que no fumaba. Él soltó una carcajada y dijo: “Que aburrida. Eres una abuelita, la próxima mejor ni vengas.” Y esa fue solo una de las muchas veces que esto me pasó. Desde ese momento, quedé preguntándome por qué era tan malo ser aburrida.
Y tampoco es que no salga, si lo hago, solo que mis salidas no son a un concierto de Skrillex o a saltar en bungee. No. Salgo al cine, a comer o a caminar, simplemente. ¿Quién determinó que una cosa vale más que otra? Comencé a valorar lo simple gracias a mis amigos. Verán, mi mejor amigo es dj, ya se imaginarán como será de ajetreada su rutina. Él está siempre en fiestas y eventos que se alargan hasta las tres de la mañana. ¿Y conmigo? Bueno, cada viernes hacemos una maratón de nuestra serie favorita en el mueble de mi casa con palomitas, bebidas y pizza. Nunca me he sentido juzgada con él. De hecho, valoro tanto esos momentos donde estamos solo él y yo, disfrutando la comida y riéndonos juntos, que en serio no lo cambiaría por nada. Ahí me di cuenta. ¡Amo ser aburrida! Y amo ser aburrida con los demás. Y si a los que amo no les importa que sea aburrida, ¿por qué a mí si?
Tal vez no salgo cada fin de semana de fiesta, pero sí que me encanta disfrutar de una hamburguesa con mis tres amigos que adoro con el alma. Disfruto de comer helado con mi mejor amiga mientras me cuenta lo mucho que le gusta el chico que conoció en el gimnasio. Disfruto de ir a mi centro comercial favorito y caminar por los pasillos llenos de ropa. Disfruto ver un drama coreano con mi mamá y emocionarnos juntas. Me encanta elegir cuál será mi próximo diseño de uñas y presumirlo con mis amigos del trabajo. Disfruto andar en autobus y sumergirme en la música de mis audífonos. Me encanta llorar porque un libro es demasiado bueno. Y sí, me emociono viendo vacas. Si eso es ser aburrido, seguiré siendo aburrida con orgullo.
Lo que quiero decir es que eso que llamamos simple y aburrido, es justamente lo que nos salva. La apreciación por el mundo en su singularidad, no solo en su máximo esplendor sino en su desnudez y ternura, en esos pequeños momentos que tal vez puedan pasar desapercibidos, pero que significan tanto; ahí, chiquitita, escondida, está la plenitud. Ser apasionado te salvará. En un mundo donde valoramos el caos, lo extremo y lo audaz, la calma y la tranquilidad se convierten en un privilegio. No digo que tengamos que elegir entre uno o el otro, solo creo que ya hay suficientes personas que viven de lo extraordinario. Y a ellas, las invito a que se sienten y observen lo ordinario, aquello que esconden los rincones del día. Porque lo extraordinario va y viene, pero lo ordinario se queda. Y se queda con ganas.
¿Y ustedes qué tan aburridos son?
Cuánta verdad en estas palabras “Porque lo extraordinario va y viene, pero lo ordinario se queda. Y se queda con ganas”.
Esto me recuerda un poco a la monotonía entre parejas. Dicen que la rutina cansa, aburre y marchita la relación, pero es cuestión de verlo como un lugar seguro en donde tal vez no muchas cosas cambiarán y no todos los días serán excepcionales. Creo que no hay nada como tener un lugar donde puedas ser tu y no tener que agotar tu energía en impresionar a las personas, mucho menos si no te sientes cómodo haciéndolo. Me encantó leer esto porque me hizo recordar que las personas que realmente nos conocen están en nuestra vida simplemente por quienes somos, no por lo aparentamos ser para encajar con otros